¡Les falta calle!
Susana Jiménez Vicepresidenta de Sofofa, exministra de Energía
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Susana Jiménez
Se suelen escuchar críticas del mundo político hacia los investigadores/expertos diciendo que les “falta calle”, denostando sus argumentos porque, supuestamente, no conocen los dolores y realidades de las personas. Yo me pregunto si, en algunos casos, no será al revés, siendo necesario sacarlos a ellos, a los políticos, a terreno.
Se argumenta, por ejemplo, que las aguas, los minerales y los peces deben dejar de estar en manos privadas porque “son de todos los chilenos”. Cualquiera que haya recorrido nuestras tierras, montañas y mares habrá podido constatar los miles de kilómetros de obras de regadío e infraestructura necesarios para hacer uso del agua; la complejidad de los equipos y la tecnología de punta requeridos para explotar minerales; y los enormes recursos destinados para capturar y procesar el pescado. Tiendo a pensar que los chilenos podemos satisfacer mejor nuestras necesidades gracias a estas inversiones que dejando los recursos naturales donde están, a la espera de que el Estado (o algún grupo de interés) les saque provecho.
Por estos días, alentados por la esquiva aprobación de los votantes, se alzan voces que van desde entregarle una tajada más grande de las rentas de la minería al Fisco, hasta su nacionalización (con una retórica que creíamos superada), seducidas por la reciente alza del precio internacional del cobre.
No sólo “falta calle” para entender que las inversiones mineras generan empleos directos e indirectos, emprendimientos locales, transferencia tecnológica e ingresos fiscales, sino que parecen no comprender que estas industrias se desarrollan en un mundo globalizado, donde los países compiten por recursos para la exploración y explotación de sus recursos naturales.
La minería chilena se ha desarrollado en un contexto de crecientes exigencias ambientales, sectoriales, laborales y técnicas, con costos que han ido en aumento por diversas razones. Desde el punto de vista tributario, la minería del cobre chilena presenta la segunda carga tributaria más alta, luego de Australia, la que además es muy superior a la de los principales competidores en la producción de cobre, como Perú. En este contexto, no es sorpresa que el Informe Fraser, que mide el atractivo para invertir en minería en diversas regiones del mundo, muestre una dramática caída de Chile en el ranking, pasando al lugar n°30 en 2020, tras haberse ubicado en el n°6 hace apenas un par de años.
Es que la certeza jurídica, factor clave para atraer inversión, se ha ido debilitando. Primero fue la derogación del DL 600, elemento clave para atraer capital a Chile al otorgar invariabilidad tributaria. En 2005 y 2010 se legisló para establecer y aumentar un royalty a la minería del cobre, con tasas variables sobre la renta operacional minera, elevando progresivamente la carga total a la minería privada. Y como el entusiasmo legislativo no da tregua, aun a costa de presentar mociones inconstitucionales, se está discutiendo un royalty adicional para “aprovechar” el mayor precio del cobre.
Imposible no recordar la fábula de aquel hombre cuya gallina todos los días ponía un huevo de oro, pero que, segado por la avaricia, imagina que se hará rico si sacrifica al animal para obtener de sus entrañas la mina de oro. Sin embargo, al hacerlo, para su sorpresa, se da cuenta que se trataba de una gallina igual a cualquier otra, perdiendo así al ave y sus huevos de oro.
El desarrollo de la industria del cobre y de otros recursos naturales no es tan distinto entre países, salvo que las condiciones sean más o menos propicias en un lugar u otro. Es de esperar que el fervor legislativo no destruya los huevos de oro de Chile.